Nos han drogado
Anthony de Mello
Anthony de Mello
"Supongamos que tomamos a un niño pequeño, a una criatura de seis meses, y le inyectamos heroína o alguna otra droga. Y supongamos que seguimos inyectando al niño la droga. Al cabo del tiempo, todo el cuerpo del niño ansiará la droga. La ansiará desesperadamente. Ya veis, no se ha criado con una alimentación buena ni sana; al niño se le ha criado con droga. Y cuando quitas al niño la droga, el pobre sufre en su cuerpo unos tormentos mortales.
¿Estáis preparados para que os dé una sorpresa? Pues eso mismo fue lo que os pasó y lo que me pasó a mí; lo que nos pasó a todos. Que nos drogaron de niños. No nos criaron con la alimentación sana de los juegos, del trabajo, de la belleza y de los placeres del sentido, ni de los placeres de la mente cuando fuimos algo mayores. Nada de eso. Nos acostumbraron a una droga que se llama "aprobación de los demás". A una droga que se llamaba "éxito". A una droga que se llamaba "llegar a lo más alto, brillar". Hacerse valer. Triunfar. Vencer. Nos alimentaron con el poder, la reputación, la fama, el prestigio. Nos dieron esas drogas.
Y ¿sabéis qué? Nosotros empezamos a sentirnos bien así. Cuando nos aplaudían, la sensación nos embriagaba. Empezamos a pensar en lo estupendo que era ser famoso, en lo estupendo que era tener éxito, en lo estupendo que era tener popularidad. Pero cuando empezamos a hacernos mayores, ya podían controlarnos como querían. Solo tenían que quitarnos la droga.
Chicos, si alguno de vosotros no ha pasado por esto, le doy la enhorabuena. ¿Que los demás no te aprueban? Te sientes intranquilo, inquieto. ¿Que te critican? ¿que no te aprecian? Síndrome de abstinencia: te arrastras para suplicar que te acepten y te tranquilicen. Y los psicólogos escriben libros en los que te cuentan que así es como debes ser, que así es como hay que ser. Más droga. Más control.
Ahora, a consecuencia de esta droga, has perdido la capacidad de amar. Porque cuando necesitas a una persona, no puedes amar a esa persona. ¿Sabes por qué? porque ya no puedes ver a la persona. Cuando un político necesita votos, deja de ver a las personas. Cuando los empresarios se obsesionan con los beneficios, dejan de ver a las personas. Cuando yo quiero algo de ti, dejo de verte a ti; lo que quiero es conseguir algo de ti.
Y, ¿sabéis?, no es nada bueno pasarnos veinticuatro horas al día deseando algo de la gente que nos rodea, consciente o inconscientemente. Queremos su aprobación. Tememos su desaprobación; tenemos miedo a su rechazo; tenemos miedo a lo que pensarán de nosotros. ¿Cómo vas a amar a las personas cuando dependes tanto de ellas emocionalmente?
Ah, te dirán con toda la solemnidad del mundo que tenemos que depender los unos de los otros. Por supuesto que tenemos que depender los unos de los otros. Así es como se desarrolla la sociedad. Compartimos el trabajo, compartimos nuestros cuidados mutuos. Eso es maravilloso; yo no tengo nada en contra de una dependencia de este tipo. Lo malo es cuando tu felicidad depende de otra persona. Depender de otra persona para aprender de ella, para acceder a sus conocimientos técnicos, para conseguir alimentos: todo eso está bien. Para que haya más cooperación en el mundo: maravilloso. Pero que tu felicidad dependa de otra persona, eso es malo. Así no puedes amar. Pensadlo más tarde, con tiempo y con tranquilidad.
Cuando dejas de depender de los demás, cuando sofocas la necesidad que tienes de los demás..., cuando empiezas a captar todo esto..., es aterrador, porque te quedas solo de pronto. No es que te sientas solo, es que te quedas solo. La sensación es rara. Entiendes de pronto lo que habías sido desde el principio, aunque sin saberlo hasta ahora. Y te das cuenta de pronto de lo precioso que es estar solo, de lo bonito que es no necesitar emocionalmente de los demás. Y entiendes por primera vez que puedes amar a las personas.
Ya no te hace falta sobornar a las personas, ya no te hace falta manipularlas, ya no te hace falta impresionarlas. Ya no te hace falta apaciguarlas. Puedes amar por fin. Y, por primera vez en tu vida, pierdes el sentido de la soledad. Ya no puedes sentirte solo. ¿Sabes lo que significa "soledad"? La soledad es necesitar imperiosamente a los demás, hasta tal punto que no puedes ser feliz sin los demás. La soledad no se cura con la compañía humana. La soledad se cura con el contacto con la realidad, entendiendo que no necesitas a los demás. Una vez curada, ya puedes disfrutar de las demás personas, porque no necesitas de ellas.
Entonces deja de haber tensión. ¿Sabes lo que significa estar con otras personas sin tener tensión? No la tienes porque te trae sin cuidado que te aprecien o no, te trae sin cuidado lo que piensan de ti. ¿Sabes lo que significa esto? La libertad. La alegría. Que piensen lo que quieran, que digan lo que quieran. No importa. A ti no te afecta. Has eliminado de tu organismo la droga.
Y sí: sigues estando en el mundo, solo que ya no perteneces a él. Ya no te pueden controlar. Y de pronto no tienes donde reposar la cabeza. Los zorros tienen sus madrigueras; las aves tienen sus nidos. Pero tú no reposas la cabeza en ninguna parte, porque no te hace falta. Porque ya no te aferras. Entonces es cuando comienza el amor".
Anthony de Mello, Redescubrir la vida, p. 119
¿Estáis preparados para que os dé una sorpresa? Pues eso mismo fue lo que os pasó y lo que me pasó a mí; lo que nos pasó a todos. Que nos drogaron de niños. No nos criaron con la alimentación sana de los juegos, del trabajo, de la belleza y de los placeres del sentido, ni de los placeres de la mente cuando fuimos algo mayores. Nada de eso. Nos acostumbraron a una droga que se llama "aprobación de los demás". A una droga que se llamaba "éxito". A una droga que se llamaba "llegar a lo más alto, brillar". Hacerse valer. Triunfar. Vencer. Nos alimentaron con el poder, la reputación, la fama, el prestigio. Nos dieron esas drogas.
Y ¿sabéis qué? Nosotros empezamos a sentirnos bien así. Cuando nos aplaudían, la sensación nos embriagaba. Empezamos a pensar en lo estupendo que era ser famoso, en lo estupendo que era tener éxito, en lo estupendo que era tener popularidad. Pero cuando empezamos a hacernos mayores, ya podían controlarnos como querían. Solo tenían que quitarnos la droga.
Chicos, si alguno de vosotros no ha pasado por esto, le doy la enhorabuena. ¿Que los demás no te aprueban? Te sientes intranquilo, inquieto. ¿Que te critican? ¿que no te aprecian? Síndrome de abstinencia: te arrastras para suplicar que te acepten y te tranquilicen. Y los psicólogos escriben libros en los que te cuentan que así es como debes ser, que así es como hay que ser. Más droga. Más control.
Ahora, a consecuencia de esta droga, has perdido la capacidad de amar. Porque cuando necesitas a una persona, no puedes amar a esa persona. ¿Sabes por qué? porque ya no puedes ver a la persona. Cuando un político necesita votos, deja de ver a las personas. Cuando los empresarios se obsesionan con los beneficios, dejan de ver a las personas. Cuando yo quiero algo de ti, dejo de verte a ti; lo que quiero es conseguir algo de ti.
Y, ¿sabéis?, no es nada bueno pasarnos veinticuatro horas al día deseando algo de la gente que nos rodea, consciente o inconscientemente. Queremos su aprobación. Tememos su desaprobación; tenemos miedo a su rechazo; tenemos miedo a lo que pensarán de nosotros. ¿Cómo vas a amar a las personas cuando dependes tanto de ellas emocionalmente?
Ah, te dirán con toda la solemnidad del mundo que tenemos que depender los unos de los otros. Por supuesto que tenemos que depender los unos de los otros. Así es como se desarrolla la sociedad. Compartimos el trabajo, compartimos nuestros cuidados mutuos. Eso es maravilloso; yo no tengo nada en contra de una dependencia de este tipo. Lo malo es cuando tu felicidad depende de otra persona. Depender de otra persona para aprender de ella, para acceder a sus conocimientos técnicos, para conseguir alimentos: todo eso está bien. Para que haya más cooperación en el mundo: maravilloso. Pero que tu felicidad dependa de otra persona, eso es malo. Así no puedes amar. Pensadlo más tarde, con tiempo y con tranquilidad.
Cuando dejas de depender de los demás, cuando sofocas la necesidad que tienes de los demás..., cuando empiezas a captar todo esto..., es aterrador, porque te quedas solo de pronto. No es que te sientas solo, es que te quedas solo. La sensación es rara. Entiendes de pronto lo que habías sido desde el principio, aunque sin saberlo hasta ahora. Y te das cuenta de pronto de lo precioso que es estar solo, de lo bonito que es no necesitar emocionalmente de los demás. Y entiendes por primera vez que puedes amar a las personas.
Ya no te hace falta sobornar a las personas, ya no te hace falta manipularlas, ya no te hace falta impresionarlas. Ya no te hace falta apaciguarlas. Puedes amar por fin. Y, por primera vez en tu vida, pierdes el sentido de la soledad. Ya no puedes sentirte solo. ¿Sabes lo que significa "soledad"? La soledad es necesitar imperiosamente a los demás, hasta tal punto que no puedes ser feliz sin los demás. La soledad no se cura con la compañía humana. La soledad se cura con el contacto con la realidad, entendiendo que no necesitas a los demás. Una vez curada, ya puedes disfrutar de las demás personas, porque no necesitas de ellas.
Entonces deja de haber tensión. ¿Sabes lo que significa estar con otras personas sin tener tensión? No la tienes porque te trae sin cuidado que te aprecien o no, te trae sin cuidado lo que piensan de ti. ¿Sabes lo que significa esto? La libertad. La alegría. Que piensen lo que quieran, que digan lo que quieran. No importa. A ti no te afecta. Has eliminado de tu organismo la droga.
Y sí: sigues estando en el mundo, solo que ya no perteneces a él. Ya no te pueden controlar. Y de pronto no tienes donde reposar la cabeza. Los zorros tienen sus madrigueras; las aves tienen sus nidos. Pero tú no reposas la cabeza en ninguna parte, porque no te hace falta. Porque ya no te aferras. Entonces es cuando comienza el amor".
Anthony de Mello, Redescubrir la vida, p. 119
Gracias Miguel por enseñarme este maravilloso texto.
Saludos, corazones creativos,